Peregrina Camino al Cielo…
- Clara Zq
- 21 may 2020
- 5 Min. de lectura

No sabía realmente sobre cuál sería el primer tema sobre el que escribiría (formalmente) así que decidí hacerlo sobre un evento que transformó mi vida totalmente: el Camino de Santiago. El Camino de Santiago es una peregrinación hacia la tumba del apóstol Santiago el Mayor a la ciudad del mismo nombre en España. Cada año miles de personas recorren diferentes rutas, la que es más conocida es el Camino Francés por lo que yo decidí realizar éste. Empezando en Sarria (a 115 kilómetros aproximadamente de Santiago) a lo mejor para muchos caminar esto no es nada, pero créanme que para una inexperta en cualquier deporte fue un gran logro.
Decidí que mi cumpleaños número 25 era la fecha ideal para realizarlo, en un año que desde su inicio estuvo lleno de muchos retos y momentos difíciles pero que también tuvo muchos momentos de gozo. Por este motivo, el Camino llegó en el momento que lo necesitaba y fue el culmen de un proceso de transformación interior que llevaba varios meses fraguándose, de igual manera, me ha servido para poder afrontar lo que he vivido a partir de ahí.
Pasó el tiempo y llego el momento del viaje. Debo confesar que mi “preparación física” la hice solo un par de semanas antes (si quieren hacer el camino NO HAGAN ESO JAJAJA si prepárense antes) así que mi mayor preocupación era no poder aguantar las jornadas que me había propuesto realizar para llegar en 5 días a Santiago, pero cada que me venía a la mente ese pensamiento decía “Dios provee” y lo alejaba de mi mente.
La aventura comenzó cuando tomé el tren de Madrid a Sarria. Empecé a caminar sin saber qué era lo que me iba a encontrar, como iba a reaccionar mi cuerpo y si lo que traía en mi mochila era suficiente (sí, aprendes hasta que las cosas materiales muchas veces más que ayudarte terminan estorbándote). En mi preparación me recomendaron una app que se llama “Buen Camino”(excelente servicio, se las recomiendo) en esta puedes descargar el mapa del camino y así poder verlo sin conexión, además de que te permite ver tu ubicación en tiempo real.
Llegué a Sarria, después de tomar el café reglamentario y prepararme (cambiarme de ropa) comenzó mi peregrinar. La verdad es que sí tenía un poco de nervios, creo que porque de verdad temía perderme ya que no tenía datos en el celular y no iba a poder avisar a nadie jajajaja. Comencé a caminar y después de un rato el pensamiento de preocupación se me olvidó ya que había gente que iba más o menos al mismo paso que yo. Después de los primeros minutos empecé a realmente observar el camino, creo que a partir de ese momento cada que tengo la oportunidad disfruto más cada paisaje que se me presenta y recuerdo que también a través de eso se muestra lo magnifico que es Dios.
El Camino es una experiencia que realmente te cambia. Cada kilómetro que avanzas te permite reflexionar y meditar diferentes aspectos de tu vida, conocer que cuando tú crees que ya no puedes, la motivación que viene de pensar en la recompensa que tendrás te impulsa a seguir. Cuando ya la fuerza humana no alcanza, entra Él, con mayúscula. En los momentos que sentía más difícil el seguir avanzando decidía ponerme a rezar y ofrecer el tramo por alguien más, así el cansancio no se sentía tanto. Imagínense ¿Cuánto podríamos cambiar en nuestra vida si siempre hiciéramos esto? No puedo Señor, pero con tu fuerza lo haré. No me gusta, pero lo ofrezco por alguien más, por alguien que lo necesita.
En el Camino (como en la vida) entiendes que hay personas con las que te vas a cruzar una vez y después no vas a ver jamás, pero que en el tiempo que estuvieron contigo te ayudaron a aprender lo que exactamente necesitabas. Te das cuenta que hay otras, con las que te vas acompañando en silencio durante diversos tramos pero con las que no llegas a cruzar palabras y otras que se quedan contigo acompañándote durante todo el camino (aunque no sea de manera física). Por ejemplo, la primera persona con la que platiqué fue una señora que me hizo acordarme de mi abuela (tenía un perfume de señora que se parecía mucho) después todos los días nos volvimos a encontrar en algunos tramos del camino, un grupo de peregrinos de Brasil que encontré en el primer lugar en donde dormí y después me los encontré caminando mientras rezaban el rosario (yo también lo iba rezando, por lo que fue muy curioso) y quiénes me acompañaron en espíritu y con sus oraciones.
Aprendí que, de vez en cuando, es necesario parar principalmente para recuperar fuerzas pero esta parada te permite también observar de manera más detallada todo lo que te rodea, en nuestra vida “normal” vivimos tan de prisa que muchas veces terminamos perdiendo la capacidad de asombro ante las cosas más sencillas, como admirar el paisaje, una flor, la naturaleza… algo.
La experiencia del Camino, es equiparable con nuestro otro peregrinar (el que aún no termino) hay momentos en que todo está tan oscuro que sin una luz no podrías avanzar, es necesario tener un mapa a la mano que te permita conocer cuando te estés desviando del camino y poder volver a éste, hay personas que te van a acompañar y ayudar en los momentos que lo necesites, tendrás momentos también en que tú solo debes recorrer, sí el camino es difícil lo mejor es tomarse las cosas con calma y fijarse bien donde pisas porque un paso en falso puede hacer que te caigas y lastimes, las heridas que van surgiendo a lo largo del camino tienen que ser curadas y muchas veces para curarlas vas a necesitar reventarlas (como las ampollas) y te va a doler, pero el dolor pasará después de un rato y al final te ayudará.
El ser peregrina me enseñó que hay muchas cosas que creemos que son esenciales en nuestro equipaje pero en realidad no lo son, y cargarlas, solo hace que nuestra espalda se lastime de más y en un caso muy extremo ya no nos permita continuar nuestro peregrinar, parar a admirar lo que pasa frente nuestros ojos es muy necesario, parar cuando necesitemos descansar es también válido, saber que aunque camines solo realmente nunca lo estás porque Él te acompaña.
Cuando por fin llegas al final de la peregrinación y vas entrando a Santiago una alegría tremenda recorre tu cuerpo después de tanta fatiga, tanto caminar, tanto camino ofrecido por los demás, tanto sufrir, tanto gozar, llegas a tu destino y así terminas tu peregrinación entrando a la casa del Padre, como en la vida.
Sí llegaste hasta aquí ¡Gracias por leerme! La verdad es que esto fue más sentimental que de anécdotas pero si te interesa que cuente mi experiencia y consejos para hacerlo dime.
¡Dios te bendiga!
El camino te hace porque donde termina es donde a penas comienza ... y quien llega a Santiago regresa alegre 😀. Buen camino ! ( ahora en este de la vida )
Qué padre experiencia Claris!!! Muy orgullosa de que lo hayas logrado y de haberte acompañado de más cerquita!!!
Te admiro mucho
Besos
Que gran experiencia , casi podía caminar contigo y aunque hice Oración por ti cuando recorría tu camino nunca imaginas lo hermoso que puede ser , aunque doloroso pero con tu Fe de que nunca estuviste sola , Felicidades y Bendiciones.