¿Por qué usar velo (o mantilla) dentro del Templo?
- Clara Zq
- 20 dic 2020
- 4 Min. de lectura
La primera vez que conocí el uso del velo (o mantilla) dentro de un Templo (que no fuera un velo de novia), fue la primera vez que asistí a la Santa Misa en la forma extraordinaria (en latín, Santa Misa Tradicional), en la que aún es común que las mujeres se cubran la cabeza. La verdad al principio no entendía muy bien porque es que debíamos hacerlo, pero conforme empecé a investigar las razones, me emocioné tanto que decidí hacerme un velo para la próxima vez que fuera a la Santa Misa en la forma extraordinaria.
Conforme fue pasando el tiempo, comencé también a utilizarlo no solamente cuando asistía a la Santa Misa Tridentina, sino también cuando asistía a la Santa Misa entre semana, como todavía no me encontraba muy segura de querer usarlo todo el tiempo que estuviera en el Templo, decidí hacerlo así, ya que entre semana asisten menos personas a la Eucaristía y me sentía menos juzgada. Muchas mujeres que empezamos en este camino, no nos sentimos dignas de utilizarlo, ya que muchas veces, se hace el juicio de la persona que lo porta como si se creyera «más santa» o «mejor» que los demás.
Seguí investigando y profundizando las razones por las cuales se utiliza el velo y a partir del cierre de los Templos por la pandemia, me animé a utilizarlo ya siempre. Ahora, cada que visito al Santísimo o asisto a la Santa Misa, utilizo mi velo. A decir verdad, muchas veces atrae miradas, con las que no me siento tan cómoda, pero me anima saber que sirve de ejemplo para que otras mujeres se interesen y comiencen a utilizarlo… o que al menos investiguen un poquito y se les meta la espinita, como me pasó a mí…
Una de las primeras razones que yo conocí, y entendí, es que el velo es un signo de amor, respeto y adoración a Dios, presente verdaderamente en la Eucaristía. Es un gesto únicamente para Él, un signo externo de que no se está en cualquier lugar, sino en su presencia. Esta razón puede servir también como recordatorio a los demás que están presentes en el lugar, que el Templo no es cualquier lugar, sino un lugar sagrado para hacer oración y estar en la presencia de Dios. Muy relacionado con esto, se encuentra que el usar velo es señal de humildad ante la presencia de Dios, de reconocer que Dios es lo más grande y, como tal, debemos mostrarle respeto.
El uso del velo, también tiene un origen bíblico: la primera Carta del apóstol San Pablo a los Corintios, capítulo 11. Al principio de este capítulo, San Pablo habla sobre el papel de la mujer y como «debe llevar la mujer sobre la cabeza una señal de sujeción por razón de los ángeles». Los ángeles se cubren el rostro cuando se encuentran ante la presencia gloriosa y majestuosa de Dios en señal de que están sometidos a su autoridad, por eso San Pablo hace esta comparación. ¿Por qué solamente la mujer debe hacerlo? La respuesta se encuentra en el mismo capítulo (1ª Cor. 11, 3) «quiero que sepáis que la cabeza de todo hombre es Cristo; y la cabeza de la mujer es el hombre; y la cabeza de Cristo es Dios». En este pasaje, se compara a la mujer, con la segunda persona de la Santísima Trinidad, así como Cristo obedece al Padre, así obedece la mujer al hombre. Participando y entregándose, siendo esta entrega reflejo de la entrega de Cristo. De esta manera, con el uso del velo, la mujer representa a la Iglesia, la esposa de Cristo y el velo es un recordatorio de la sumisión de la Iglesia al amoroso gobierno de Cristo, en otras palabras, es un recordatorio visible de la relación conyugal entre Cristo y Su Iglesia.
La mujer tiene una dignidad y un misterio especial. Dentro de la Liturgia, las cosas sagradas, son cubiertas. El tabernáculo, los vasos sagrados y la custodia. Se considera que la mujer también es sagrada porque es portadora de vida. Esto se refleja de manera perfecta con la Santísima Virgen María, llamada Arca De La Alianza. Por lo tanto, modelo perfecto de virtudes y auténtica feminidad que las mujeres deberíamos imitar. Al utilizar el velo, se pide también a la Santísima Virgen María, que seamos capaces de imitar sus virtudes.
El uso del velo puede servir para evitar distracciones, ya que la mirada se centra en lo que es realmente importante en ese momento, Dios. También nos brinda cierta intimidad para poder estar realmente solas con Él, al tener la visión parcialmente cubierta.
En mi experiencia, el uso del velo también me ha ayudado a procurar que mi vestimenta, especialmente los días en que asisto a la Santa Misa, sea modesta y digna para asistir a la Celebración, que, para mí, es el momento más importante del día.
Si tuviera que resumir lo que acabo de decir, de manera más sencilla, diría que uso el velo porque reconozco que estoy en presencia de Dios, es un signo que me ayuda a distinguir que estoy en un lugar sagrado y que debo dedicarme totalmente a Dios en esos momentos y me ayuda a asemejarme a María, a quién quisiera imitar totalmente en sus virtudes.
Ojalá que cada vez seamos más las mujeres que optamos por volver a utilizar el velo, en señal de respeto a Dios y también como testimonio del lugar en el que nos encontramos. No tengamos miedo o vergüenza de volver a portarlo, especialmente después de conocer su significado.
Pd: El uso del velo nunca fue prohibido por la Iglesia, únicamente dejó de utilizarse.
«La mujer, porque fue creada al ser extraída del costado del hombre, está constantemente tratando de regresar a él. Ella desea la unidad original de una carne y un hueso. El deseo de unidad entre el hombre y la mujer es un espejo de la relación entre Cristo y el alma. Como la mujer anhela la unión con el hombre en las relaciones humanas, también se siente atraída por la unidad con Dios. Él la llama a convertirse en una con Él: a pasar bajo Su costado y convertirse en carne de Su carne y hueso de Su hueso. Esto ocurre durante la recepción de la Eucaristía. Cubrirse la cabeza con un velo simboliza la realidad de la mujer que se refugia en el costado de su Fuente y se vuelve una con Él. Ella se cubre y se esconde en su Divino Esposo».- San Juan Crisóstomo
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