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¿Maternal? ¿Yo?

  • Foto del escritor: Clara Zq
    Clara Zq
  • 26 jun 2020
  • 6 Min. de lectura

Esta reflexión viene de un hilo que hice para entretener mi mente un día que no tenía mucho quehacer, solo que aquí voy a profundizarlo un poquito más y les voy a platicar un poco lo que pienso sobre el matrimonio y los hijos (ojo que no soy experta ehhh). La verdad es que ahora estoy bastante apasionada por el tema, así que este post será solamente una pequeña introducción y ya después iré publicando más cosas al respecto.


El día de hoy, voy a empezar contándoles la trasformación de la Clara que decía mil veces que ella nunca quería ser mamá (mis amigos cercanos y mi familia no me dejaran mentir) a la Clara que desea tener muchos hijos (si es voluntad de Dios).


Las “millennials” (sí, yo me considero millennial) crecimos en una generación en la que las mujeres empezaron a tomar más “poder” fuera de casa. Cada vez teníamos más mujeres siendo parte de puestos que antes únicamente podían ser ocupados por hombres. Cada vez teníamos más películas y series con protagonistas femeninos que, antes que nada, buscaban el éxito en el ámbito profesional y después (si podían), formaban una familia. Incluso desde las muñecas Barbie, ésta ya tenía muchísimas profesiones (además de la que servía para ser la mamá).


Como ya les puse en el post anterior (te recomiendo leerlo) uno de mis peores defectos es que tengo un carácter muy fuerte (soy enojona, pues) así que las palabras que relacionaba con la maternidad (dulzura, paciencia, ternura) no me eran muy afines.


Por otra parte, cuando decidí estudiar una licenciatura elegí una carrera en la que, generalmente, hay pocas mujeres. Así que el tema de tener hijos no sale a relucir tanto y seguía siéndome muy ajeno ya que, según yo, no tenía mucha paciencia con los niños y era muy ruda o regañona (eso sigo siendo jajaja). Aunque en realidad, había situaciones que me indicaban lo contrario.


Primero, cuando iba en prepa me metí a dar catecismo en la capilla que está por mi casa (ayy mis alumnitos, la verdad si los extraño) y realmente disfrutaba mucho estar con ellos aunque casi que querían jugar la mayor parte del tiempo y el estar ahí significaba levantarme temprano un sábado… Otra cosa que también decidía ignorar era que cuando iba de misiones, por alguna razón cuando jugaba con los niños les gustaba seguirme (hasta una niña me puso en mi morral que era su mejor amiga, muy linda). Tengo una amiga con la que hice un viaje que decía que yo parecía mamá, porque en mi bolsa siempre traía mil cosas (gel antibacterial, toallitas húmedas, agua, hasta pastillas para la panza y la cabeza por si acaso). A pesar de esto yo seguía de necia diciendo que los niños no eran para mí.


Pasé casi toda mi universidad diciéndome que Dios no quería que yo tuviera hijos porque no me consideraba lo suficientemente apta para hacerlo (así me sentía). La verdad es que no puedo decir un momento exacto en el que se me prendió realmente el foco. Quizá el considerar tener una relación un poco más formal, o que mi hermana se casara… Creo que el momento fue cuando me enteré que iba a ser tía (a los sobrinos se les malcría para educar bien a los hijos jeje). Total, algo en mí hizo clic y me di a la tarea de investigar un poco más sobre el tema del matrimonio y la familia. (La verdad es que a mi esos temas se me hacían de SÚPER flojera porque siento que en los grupos juveniles católicos, se tocan de una manera muy poco realista y de cierto modo “cursi” que a las mujeres que no somos así nos puede llegar a fastidiar un poco, quizá después escriba sobre eso).


Bueno, comencé a conocer más qué dice la Iglesia sobre el matrimonio y la familia y ahí fue cuando me di cuenta que los católicos que hemos discernido que nuestra vocación es al matrimonio, debemos estar dispuestos a tener los hijos que Dios nos mande (en cuántos más, mejor) y darles educación cristiana para que de esta manera revirtamos tanto mal que asecha al mundo actualmente.


Recibimos directamente el mandato en el Génesis:

En la creación del género humano el matrimonio recibió un sello particular al formar Dios a la primera mujer de la costilla del primer hombre, y darla a Adán por esposa, diciéndole éstas palabras: "Creced y multiplicaos y llenad la tierra" (Gen 1,28)

Y también muchos estudiosos han hablado sobre el tema. Ahora voy a citar a Mons. Tihámer Tóth porque realmente cuando leí el libro “El Matrimonio Cristiano” fue como si todo el rompecabezas que tenía fuera organizándose.

Los esposos son colaboradores del Creador(...)traen a la existencia nuevos hombres(...)llamados a ser hijos de Dios, que tendrán el santo deber de corresponder al amor de Él sirviéndole con amor aquí abajo en la tierra, para poder disfrutar con Él allá arriba en el cielo. (…) La familia es este lugar sagrado en que una generación pone en manos de la siguiente la antorcha de la vida humana, la que encendió el Señor al crear al primer hombre, y que sólo se apagará cuando se oigan los truenos del juicio final. (…) Si la suerte de la humanidad depende de la familia, se comprende la preocupación con que el Cristianismo la salvaguarda de la familia. Todo empieza aquí abajo, pero termina allá arriba. Toda vida humana florece en esta tierra, más ofrece sus frutos en la otra vida. (…)La familia, por tanto, no es solamente origen de la vida terrena, sino también de la eterna; es el lugar del cual parten los que un día ocuparán los puestos de victoria que hay en los cielos.

¡Con razón la insistencia de la Iglesia en defender la familia! La verdad es que después de un tiempo de reflexión y más lecturas sobre la mujer, la familia y el matrimonio. Me di cuenta que la visión que yo tenía era errónea, me creí esa idea que nos venden ahora, que un hijo es un obstáculo a tu profesión y la verdad es que la soberbia me ganaba porque según yo era muy inteligente, así que debía dedicarme exclusivamente a trabajar una vez que terminara de estudiar y ya si después de eso tenía tiempo y ganas tendría una familia.


¡Qué equivocada estaba! La verdad es que el primer ejemplo yo lo tuve siempre en mi casa, mi mamá se dedicó a nosotras exclusivamente mientras crecíamos, siempre estuvo ahí curando una herida, dando de comer, jugando con nosotras y JAMÁS escuché decir que fuimos un obstáculo para ella, al contrario, el día que falleció hubo personas que se acercaron a nosotros para decirnos que mi mamá les había ayudado (mi mamá era psicóloga). ¡Hasta tiempo tuvo de atender a otros!


Muchas veces he escuchado que la maternidad mejora a la mujer, y creo que es verdad, no solo la maternidad física (en su mayoría sí) sino también la maternidad espiritual. Porque aunque una mujer no tenga hijos, puede ser madre espiritual ¿cómo? Las mujeres tenemos una sensibilidad con los demás que nos lleva a preocuparnos por ellos y su bienestar. Nuestros amigos, familia, hermanos… ¿No es eso una cualidad que las madres poseen en exceso? Abrazar el instinto maternal no creo que sea algo degradante y tampoco pienso que sea motivo de no prosperar profesionalmente, vaya que habrá mujeres que se realicen siendo amas de casa (todólogas diría yo) y quién pueda ser madre y al mismo tiempo tener una carrera profesional (con esto de que el home office ya casi se hizo obligatorio, quien sabe igual y funcione mejor para las mamás profesionistas en el futuro).


En fin, ahora no veo a la maternidad como un obstáculo sino como algo a lo que aspiro y que considero es la primera vocación de la mujer (lo leí por ahí en un libro). Creo que voy a cortar la reflexión hasta aquí, prometí explicarles mi transformación y ya lo hice. Después les platicaré un poco más de lo que vaya conociendo…


¡Nos leemos pronto!



Pd: Te recuerdo con cariño especialmente hoy, Mamá. (dep)


Pd 2: ¡Fue súper díficil ponerle título a este post! Gracias a los que me ayudaron con sus ideas jeje


Pd 3: perdonen tantas citas de Mons. Tihámer Tóth, pero su libro es oro puro...


1 Comment


nativitassandoval
Jun 27, 2020

Hola Clara, que bueno que ante la realidad tan cruda que vive la familia es estos tiempos te animaste a hablar un poco de ello. Estoy segura de que motivarás a muchas jóvenes a escuchar esa vocecita interior que les llama a la vocación del matrimonio. De adolescente (secundaria) quería tener 4 o 5 hijos que tuvieran distintas profesiones y que ayudaran a construir un mundo mejor. Luego ese pensamiento parecía haberse esfumado y a medida que avanzaba en la escuela parecía que ya no quería tener hijos, cada vez más pensaba en tener uno y ya. Con el paso del tiempo Dios me fue desarrollando la semillita por formar una familia, incluso comencé a orar por mi futura famili…

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